Paraba. Respiraba hondo.
Lo intentaba otra vez. Intentaba hacer que él entendiese sus miedos, dudas y
emociones que no paraban de nadar en el fondo de su cabeza desde hacía un par
de días. Allí dentro todo parecía ser tan simple, tan claro. Todo estaba tan
meticulosamente ordenado a la perfección que no entendía por que, al intentar
darle a todo ello forma de palabra, todo se difuminaba, los pensamientos se
entremezclaban entre si, y ella no era capaz de hacer nada mas que balbucear.
Era una sensación extremadamente agobiante. Como cuando se está debajo de una
ola inmensa y esa ola te empuja hacia el fondo del mar e intentas con todas tus
fuerzas nadar recto hacia arriba porque sabes que allí esta la salida, que
debes llegar como sea. Y todo eso parece tan simple en tu maldita cabeza, eso
de que tienes que nadar hacia arriba y ya esta, pero aun así no puedes. Es un
querer y no poder. Y ese no poder es lo que la estaba matando lentamente. Algo
la desgarraba por dentro cada vez que él la miraba con esos ojos marrones tan
profundos, intentando ayudarla. Después de unos cuantos suspiros de
desesperación y un par de sonrisas nerviosas, al final pudo decir algo. Sin
embargo, ella no quería decir algo, ella quería decir todo. Por si fuese poco,
ese algo no fue tan claro y rotundo como ella lo hubiese deseado. Fueron
palabras demasiado retorcidas y eso la enfureció. Él en cambio se aferró a
dichas palabras y durante unos minutos, alejó su mirada hacia la orilla del mar
y los dos dejaron que el silencio reinase sobre ellos. De repente, él se echó
hacia atrás, alzó la cabeza y clavó sus ojos en ella. Hizo una mueca y contuvo
la respiración durante unos segundos antes de empezar a hablar.
“Sé que no es fácil. Eso
de ponerle letras y convertir en palabras lo que parece estar en una armonía
impecable en tu cabeza. No, no es fácil.”
“Yo...lo siento”
“Sh, no
digas nada."
***