Crecemos. Aprendemos. El agua moja, el pescado está asqueroso, fastidiar a tu hermano menor es un deber, cuando juegas con fuego te quemas, decir mentiras está mal... y las matemáticas se encargan de poner el resto de problemas. Pero crecemos. Y cuando la inocencia se va, la ilusión ya no es lo que era. Y por qué. ¿Por qué la responsabilidad tiene que hacer que lo veamos todo medio vacío? Igual que los tortazos en bici no te quitaban las ganas de volver a montar, o que buscar caramelos en la cocina a escondidas sólo nos aumentaba la emoción por el riesgo de que te pillaran... Deseemos cosas imposibles, intentemos lo improbable.
Cielo, tu blog también está genial, te sigo. Un besazo.
ResponderEliminarLena, perdona, ¿como se pone eso para que no te puedan cojer imagenes ni copiar los textos?
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